El dilema de la educación superior ante los cambios acelerados en la sociedad

Las estructuras universitarias y de educación superior han funcionado en parte como algo similar a una fábrica de productos o una línea de ensamblaje. En este caso el resultado de la fábrica puede entenderse como la producción de profesionales que poseen un grado académico para atender una necesidad en el mundo laboral y empresarial. En general, la totalidad del sistema está compuesto de secuencias de cursos tipo conferencia, laboratorios, actividades extracurriculares y co-curriculares, experiencias de servicio y de investigación, ofrecidas en modalidades presenciales, híbridas, a distancia o en línea. Esta combinación de elementos que componen una oferta académica cuenta con unos caminos estrictos y rígidos, sujetos a unos rieles que te fuerzan a andar en una sola dirección y que son definidos en gran parte por la filosofía educativa de dichas instituciones. 

En un mundo de constante cambio a unos niveles cada vez más disruptivos, las personas que tienen mayor influencia en el desarrollo de estos caminos para obtener un grado académico se encuentran en etapas y generaciones muy diferentes al estudiantado. Considerando paradigmas educativos que tiene como centro al estudiantado y honran el conocimiento que estas personas traen al ambiente educativo es inminente una reconsideración de la rigidez de estos rieles. Si nuestro estudiantado, nuestra sociedad, comunidades y necesidades cambian de manera tan veloz, a las universidades se les presenta un gran reto en articular una respuesta donde el ofrecimiento académico vaya cambiando o reconfigurándose más ágilmente para satisfacer esas necesidades y retos de las nuevas generaciones. Ante esta realidad el modelo de fábrica de productos o línea de ensamblaje requiere de una mirada fresca para evaluar su pertinencia actual.   

A modo de ejemplo, luego de los desastres naturales y la llegada de fondos federales para la reconstrucción y desarrollo económico de la isla, se hace imperativo una alta demanda de ciertos profesionales que ayuden en estas labores. Actualmente la producción de ese talento a nivel local es limitada, ya que las universidades en Puerto Rico no podrán satisfacer esta demanda en tan corto tiempo por la naturaleza misma de las universidades que describí anteriormente y su poca capacidad en responder ágilmente a necesidades cambiantes. Por otro lado, luego de finalizar este periodo, la demanda para esas carreras volverá a disminuir. Sostener un ofrecimiento cambiante que se genera para una necesidad específica es una gestión poco onerosa para las universidades. 

¿Cómo se vería esa universidad que finalmente descifre y supere este reto? ¿Cuál es la pertinencia de las universidades si no actuamos o cumplimos a lo que esta llamada a hacer? ¿Cómo se vería una universidad si eliminamos esos rieles, y en vez de estar rígidamente definidos, con el riesgo inminente y constante de que queden obsoletos, cada estudiante construye de nuevas maneras cada camino? 

Ciertamente, las estructuras rígidas pueden presumir estabilidad y consistencia, ante grandes retos y cambios acelerados las estructuras pueden aliviar y colaborar en la inestabilidad característica de estos tiempos. Pero mantener las mismas podría implicar un desfase en cumplir con las expectativas.  

Quizás nuestro desarrollo como personas y estudiantes estuvo caracterizado por relaciones jerárquicas en las cuales no teníamos agencia o voz. En este desarrollo existía un intercambio entre generaciones con vivencias y perspectivas diferentes. Hoy, debemos crear espacios que provean nuevas experiencias que estimulen la agencia propia de estudiantes y la colaboración para confrontar estos retos sobre una estructura académica flexible. Lo que nos lleva a aspirar a una educación a la medida del estudiante, personalizada, una más experimental y menos rígida que honre a cada persona en el espacio educativo como capaz de contribuir. La experiencia auto-dirigida sería un producto del diálogo con la capacidad de crear el talento requerido con un nuevo lente. 

Esta propuesta de modelo enfocado en colaboración y apertura podría fomentar la creatividad académica, la diversidad de experiencias, y dando una nueva autonomía para que cada estudiante formule su camino, consciente de las necesidades y las oportunidades del presente y futuro. Unos ambientes abiertos y permeables, fuera del riel rígido, permitirían el disfrute intelectual mientras se van recogiendo destrezas y experiencias en distintas paradas, algunas interconectadas, otras de manera aleatoria.

¿Qué otras alternativas podríamos estar en disposición de considerar? Les invito a imaginar la creación de experiencias académicas nuevas y contribuir al desarrollo de modelos de educación superior que le sirvan cada vez mejor a la sociedad.

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